viernes, 30 de noviembre de 2012
El insignificante momento antes...
Ariel recién salía de ducharse. Su hermana festejaba su cumpleaños y él quería por lo menos oler bien. Se perfumó quejándose para sus adentros por haberse comprado un perfume que no hacía juego con su piel. También se puso sus mejores ropas. No tenía ninguna expectativa, solo quería que aquella noche pase, silenciosa como las otras. Ya había perdido toda esperanza... pero "uno nunca sabe" se dijo.
Sol venía por la esquina, no conocía a la cumpleañera, vino con sus amigas, de "colada", solo para no irse a dormir temprano. De sandalias y un vestidito floreado, pues hacía calor. Todavía no era verano pero uno ya se lo podía imaginar.
Él ya estaba cansado de esperar y ella ya estaba cansada de buscar. De los dos Sol siempre fue la más activa, en cambio, Ariel, muy a su pesar sabía que es como esos viejos que ya cansados sacan la reposera a la puerta de sus casas y se sientan a contemplar la vida que pasa lenta y adrede como esperando que uno la alcance. Él ya no esperaba milagros, ya no creía en milagros... todavía no se había dado cuenta que durante el verano cada brisa es un milagro.
Sol y sus amigas tocaban timbre en la casa de Ariel, ya habían llegado. Él cruzaba la puerta de su habitación.
Ambos son protagonistas de esta historia. Ella finalmente iba a terminar su búsqueda. Él finalmente iba a terminar de esperar.
Todavía ninguno lo sabía.