
Esta es mi casa en calle Méjico...visto desde las imágenes satelitales del Google Earth (patrocina este espacio "Google" y todas los portales que tengan que ver con él). La flecha roja indica la ubicación exacta de mi casa: Méjico 792. La flecha azul señala la ubicación de mi fondo con sus respectivos árboles frutales además de un ficus.
Calle Méjico tiene todos los ingredientes que una calle debe tener. La curandera que nos curaba el empacho (y que además siempre le hacia regalos de cumpleaños a mi hermana pero nunca a mí, como verán esa es una herida que aún no sana). También está la "doña negrita" que nos hacía limpiar la entrada de su casa cada vez que se la ensuciábamos con tierra, obviamente que para que alguién se la ensucie teníamos que estar nosotros, los pendejos de la cuadra (que hoy ya ni nos saludamos). Recuerdo a los viejos que salían, y todavía salen (no se muere más! no entiendo como funciona el tiempo! si desde que tengo memoria son viejos!) a tomar aire a las puertas de su casa y a retarnos cada vez que pasabamos al lado de ellos, especialmente el que vivía (y sigue viviendo....otro que no se muere más) enfrente de mi casa. Sacaba su reposera (no voy a revelar su identidad para ahorrarme problemas judiciales) y se sentaba en ella a contemplar la vida (que pasaba lenta y adrede, como esperando que uno la alcanze). Y no podía faltar la casa embrujada, todos nos juntábamos e ibámos a espiarla, desde afuera claro, e inventábamos historias acerca de la mancha de sangre que se veía por el ventiluz de la puerta. Todos teníamos nuestra propia versión. En el fondo sabíamos que era solo una mancha de pintura roja, pero no lo queríamos admitir. A esa edad nos gusta sentirnos un poco asustados. Y acá termina lo que tengo para decir de calle Méjico, creo. Cualquier cosa vuelvo a escribir después.